martes, 6 de octubre de 2009

Como surgió la niña en mi.

Bueno, hoy quiero recordar un poquito el como me di cuenta de mi gusto por todo lo femenino.

Hasta antes de los 12 años no sentía ninguna inquietud ni nada que me hiciera pensar diferente de cualquier niño de mi edad. Al iniciar la secundaria pasaron varias cosas: nos cambiamos de casa y de colonia, siempre hemos rentado y durante mi época de primaria vivimos en una vecindad, pero durante las vacaciones previas a mi inicio de clases en la secundaria nos cambiamos a unos cuartos que rentaban en un terreno solo; mi mamá comenzó a trabajar por las mañanas y llegaba cerca del medio día.

Cuando no tenía clases o en los fines de semana me dedicaba a ayudar a mi mamá en los quehaceres de la casa. En ocasiones mi mamá se iba con mis dos hermanas (ambas menores que yo por 4 y 6 años) y yo me quedaba sola tendiendo camas, doblando y guardando la ropa, barriendo y hasta lavando trastes, actividades que no me molestaba realizar en lo absoluto.

En una ocasión que ya había terminado de tender las camas y comenzaba a doblar ropa, vi unas medias de mi mamá y sentí el deseo de ponermelas. La sensación de tener las medias puestas me gustó bastante y no me las quité, seguí doblando la ropa con las medias puestas; después encontré un brasier, también de mi mamá, y de igual forma me lo puse; aunque el brasier me quedaba algo grande busqué rellenarlo con lo primero que encontré: calcetines y más medias.

El estar con medias y un brasier puesto fue una sensación que me gustó demasiado, y así vestida continué con mis quehaceres, pero calculando la hora de llegada de mi mamá me quité sus cosas y me vestí con mi ropa de niño como si nada pasara.

Con el paso de los días, aprovechaba cada que me quedaba sola para ponerme unas medias y un brasier de mi mamá y así hacer las labores de la casa. Un día, después de ponerme las medias y el brasier se me ocurrió tomar un lápiz labial de mi mamá y me pinté por vez primera los labios, era un labial de tono rojo muy bonito. Era increible para mi verme con los labios pintados, sintiendo en mi cuerpo unas medias y un brasier, pero desafortunadamente el gusto me duró muy poco ya que mientras me contemplaba al espejo escuché como abrían la puerta de la calle; como de rayo me quité las medias y el brasier, y corría a buscar papel de baño para limpiarme el labial.

Aun ahora recuerdo ese momento y no puedo creer la rapidez con la que me quité las cosas de mi mamá, me limpié el labial casi perfectamente y me vestí con mi ropa de niño. Entró mi mamá, no recuerdo nada de lo que me dijo al llegar pero si recuerdo que no me vió raro ni me hizo alguna pregunta que me hiciera pensar que sospechaba algo.

A partir de ese día y dada la experiencia dificil del lápiz labial, no volví en un buen tiempo ni por curiosidad a intentar pintarme los labios ni mucho menos maquillarme, pero claro que seguía usando medias y brasieres de mi mamá. ¡Como disfrutaba estar sola en casa!

Y fue así como se dió mi primer acercamiento a la ropa femenina, a los cosméticos, básicamente a los labiales; de una forma que aún no comprendo nació mi inquietud por vestirme como mujer, por querer maquillarme, por sentirme mujer.

Gracias.

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