Sobre el día de muertos

Una de las épocas que me gusta mucho en el año es la del Día de Muertos.



Mi primer acercamiento a esta hermosa tradición mexicana fue en los primeros años de la primaria, con las ofrendas a los muertos que se hacían en el salón de clases. Recuerdo que las maestras pedían llevar un poco de fruta, calaveritas de azúcar, papel picado de colores, flores de cempoaxóchitl y veladoras. Era muy bonito participar de alguna forma en esas ofrendas, aunque todavía no comprendía la importancia de las mismas.

Cuando aún estaba en la primaria, mas o menos en 4to o 5to año (hablo de 1985 o 1986) fue cuando ví la primer ofrenda que me dejó muy impresionada y que me hizo admirar y apreciar la tradición de las ofrendas a los muertos. En la vecindad vivía una señora ya mayor de edad, del estado de Oaxaca: la señora Lolita (qepd); pues bien, ella había hecho su ofrenda de Día de Muertos y llamó a mi mamá para que la viera, yo con la curiosidad fui junto con mi mamá y lo que ví al llegar a la puerta de su vivienda son recuerdos muy hermosos que no voy a olvidar nunca. Que pena que no haya tenido en ese tiempo una cámara fotográfica para guardar esos recuerdos.



Su vivienda tenía las luces apagadas, al fondo se veía una mesa de madera con muchas veladoras encendidas, había diferentes frutas por montoncitos (plátano, tejocote, mandarina, guayaba, manzana, de lo que recuerdo), a ambos lados de la mesa se podían ver grandes cañas de azúcar que casi llegaban al techo, también había platillos como mole, arroz y dulce de camote, botellas de cerveza, tequila, agua, como olvidar el pan de muerto todo azucarado o con ajonjolí, al centro de la mesa estaban las fotos de sus difuntos y al pie de la misma había flores e incienso.

El aroma del incienso y de la fruta era lo que más predominaba, un aroma tan hermoso y especial.



Creo que ver una ofrenda así y la dedicación de hacerla para recordar a sus difuntos fue lo que me hizo sentir esta tradición como algo muy importante. Desde esa fecha comencé a admirar las ofrendas que año con año pone la gente y mis familiares, obviamente mi participación en casa para hacer nuestra ofrenda fue aumentando con el paso del tiempo (ahora soy la responsable de poner la ofrenda en la casa). La ofrenda que pongo no se compara en lo mas mínimo con la ofrenda de la sra Lolita o de otras ofrendas que he visto, pero mi ofrenda aunque es pequeñita la pongo con mucho cariño para mis seres queridos que ya no estan con nosotros.



Recuerdo también que durante la preparatoria tuve que ir al museo Digo Rivera Anahuacalli (no recuerdo a que nos enviaron, jajajaja), pero coincidió con la época de Día de Muertos. En el museo había un amplio espacio donde se habían hecho ofrendas, pero había algo de especial en las mismas: calaveras hechas de papel maché. Si ya me gustaba ver las tradicionales ofrendas con fruta, pan de muerto, calaveritas de azúcar, flores y veladoras, ver la calaveras de papel maché vino a hacer que me terminara de enamorar de esta tradición.

De igual forma, algo que me gusta mucho es ir al cementerio en esas fechas. Mi abuelita me llevó varias veces, había que llegar temprano para limpiar el lugar donde están enterrados mis familiares, teníamos que barrer, limpiar el polvo, quitar las flores marchitas, limpiar los vidrios de la puerta; por la tarde regresabamos llevando veladoras, flores (no recuerdo si llevabamos algo más), era algo muy bonito ver el cementerio llegada la noche lleno de gente, con velas y veladoras encendidas rezando a los difuntos.



Para mi, esta es una de las tradiciones mas bonitas que hay a lo largo del año, y me gusta disfrutarla, es una pena que sean unos pocos dias los que dura, pero que hermoso.

He leído acerca de esta tradición en muchos pueblos de México, principalmente en Janitzio (Pátzcuaro, Michoacán), San Andrés Mixquic (Tlahuac, D.F.) y Huaquechula (Puebla). Desafortunadamente no he tenido la oportunidad de vivir el Día de Muertos en estos lugares, pero ojalá tenga la oportunidad de hacerlo.

Hasta luego.